La Crisis del Mediodía en el Reloj Vital
Hace unos años (2008), un par de investigadores[1] de la Universidad de Warwick en el Reino Unido y Dartmouth College en los EE.UU., llegaron a la conclusión de que la felicidad sigue una curva en forma de U de manera que la depresión más profunda se produce alrededor de los 44 años de edad, sin que ese periodo de baja se eleve significativamente durante varios años. El trabajo se basó en el análisis de más de dos millones de datos extraídos de 70 países y aunque como en toda investigación científica posteriormente aparecieron detractores, es muy interesante para nosotros, psico-astrólogos capacitados en el Método Huber de Psicología Astrológica, constatar que esto es lo mismo que hemos sabido desde la década de 1980.
El “Reloj de la Vida” o método de la Progresión de la Edad es una técnica desarrollada por Bruno Huber en un intento de explicar cómo avanza el foco de la conciencia a través de las experiencias de vida. El punto de la edad (PE) es la manecilla del Reloj Vital inserto en nuestra Carta Natal. Esta manecilla avanza seis años por casa astrológica, partiendo desde el Ascendente y dando la vuelta completa en 72 años y re-iniciando en caso de vivir más años.
En nuestro método, utilizamos una curva de intensidad en el sistema de casas astrológicas que nos permite distinguir entre las zonas de alta y baja energía. El punto de menor energía le llamamos “punto de reposo” (PR) o el “punto valle” según traducción literal de talpunkt del alemán. Sabemos que en toda vida se dan momentos psíquicos y mentales bajos y también momentos altos, en los que parece que todo funciona perfectamente. Las oscilaciones se desarrollan con el ciclo de seis años y pueden medirse a través de esta curva de intensidad.
En cada cúspide de casa astrológica tenemos la actividad máxima, luego sigue un descenso gradual hacia el punto de reposo que en términos prácticos se produce aproximadamente a 2/3 del tamaño de casa después de atravesar la cúspide. Tras ese momento de mínima actividad, la curva empieza nuevamente a ascender hasta llegar a la cúspide de la casa siguiente. Sin embargo considerando que los momentos altos y bajos no se dividen en forma tan tajante sino que comprenden un periodo de tiempo, decimos que el “año de reposo” se inicia tres años después de la cúspide, tiene su mínimo a los 3 años, 8 meses y 15 días y concluye al siguiente cumpleaños.
Casa 8
Si tomamos la casa 8, la casa escorpiana de la muerte y la transformación, la cúspide la alcanzamos con el Punto de la Edad a los 42 años, de manera que a los 45 años entramos al “año de reposo” y a los 45 años y 8 meses y medio alcanzamos el punto más bajo.
Este mismo cálculo se puede realizar en toda la carta natal que se recorre en 72 años, de manera que el punto más bajo de toda la vida resulta estar a los 44 años y medio. Por lo tanto el punto más bajo de toda la vida más o menos coincide con el punto más bajo de la octava casa.
La casa 8 se corresponde con la fase de transformación, procesos de muerte y renacimiento, así como obligaciones respecto al otro y a la sociedad. Esta fase que va de los 42 a los 48 años, se corresponde con lo que se designa “la crisis de los cuarenta”, o en palabras del psiquiatra suizo Carl G. Jung, la “crisis del mediodía o del solsticio” y cuyo inicio Jung sitúa entre los 35 y 40 años, entonces aparece con una fuerza inusitada la pregunta por el sentido de todo cuanto se hace y ha hecho; y la sensación de vacío se generaliza. Es el momento en que las demandas del yo profundo, del selbst, se hacen sentir, pues hasta ese momento el centro de la vida lo ha tenido el ego, dice Recuero en su investigación junguiana[2].
Con frecuencia, dice Huber[3], el punto de reposo (de la casa 8) trae consigo las crisis y las sacudidas más masivas de toda nuestra vida. En este momento del reloj vital, ciertos aspectos –que hasta entonces tenían solidez – deben morir, lo que a veces llega de forma drástica; por ejemplo: cambio profesional, de pareja, de residencia, divorcio, etc.
Normalmente, la reacción natural en esta etapa es agarrarse a lo que tenemos, a lo que hemos logrado hasta entonces en nuestra vida. Nos obstinamos contra cualquier cambio porque buscamos la seguridad de nuestro comportamiento habitual porque nos ha dado resultado hasta ahora. EL Punto de la Edad por la casa 8 nos exige adaptarnos a la realidad y simultáneamente debemos crecer espiritualmente, si nos resistimos a ello tanto nuestra adhesión a la materia como a formas anticuadas y sin vida serán purificadas mediante pérdidas de todo tipo. En cierto sentido se nos quitará aquello que intentamos retener a toda costa, nuestro viejo mundo puede derrumbarse repentinamente sólo con el fin de que nazca un nuevo mundo. Tropezaremos con las estructuras determinadas por la sociedad en que vivimos, con sus leyes, normas y convenciones así como también con las leyes de la naturaleza: ¡descubriremos que no somos inmortales!
Los procesos de muerte y renacimiento de la casa 8 finalizan en una reorganización de la vida donde el impulso a la libertad y una nueva escala de valores empiezan a emerger oliendo ya la fase que pronto se avecina. Esta fase por lo tanto, consiste no sólo en que algo finalice sino también en que algo nuevo comience, lo que es muy importante de tener en cuenta durante la crisis, porque ello nos conduce a la cúspide de la novena casa.
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«El Reloj de la Vida», es el tema del que me tocará exponer en el 1º Congreso de Astrología en Chile, esto será el 7, 8 y 9 de noviembre en la Universidad del Pacífico. Mi participación será el 8 de noviembre a las 9:15. Mas información en: www.congresoastrologia.cl
[1] Blanchflower, D. G., & Oswald, A. J. (2008). Is well-being U-shaped over the life cycle? Social Science & Medicine, 66, 1733-1749.
[2] Recuero, M. A. (2007) Los Modelos terapéuticos de Carl Jung y de Carl Rogers. Ediciones Universidad Católica de Chile.
[3] Huber, L y B (1990) traducido del alemán (1980). El Reloj de la Vida. Ediciones Indigo.